Praxis en América Latina

Somos una organización humanista marxista conformada por un grupo de activistas-pensador@s que viven principalmente en México, pero que están abiert@s a la colaboración con compañer@s de toda América Latina

8 y 9 de marzo: El poder emancipador de la liberación de las mujeres

8 de marzo en Ciudad de México. Foto de Ángeles para Praxis en América Latina

Equipo de Praxis en América Latina

Este 8 y 9 de marzo fueron como ningún otro en nuestra historia. El 8, más de 100 mil mujeres tomaron las calles de la ciudad de México y otros estados para exigir un fin a la violencia, los asesinatos, las violaciones —11 mujeres son asesinadas en México cada día— y para insistir en su derecho a ser libres y autodeterminantes en sus vidas. El 9 de marzo, cientos de miles de mujeres no fueron a trabajar, no salieron a las calles, a las maquilas, tampoco a las escuelas, por lo que muchas partes de la ciudad de México aparecían desiertas. Las mujeres insistían: “¡Ni una menos”, “Tenemos derecho a vivir[1]”.

El contraste entre el 8 de marzo —un vasto río de decenas de miles de mujeres de morado, verde, negro, coreando, cantando, llevando todo tipo de carteles hechos en casa exigiendo un fin a la violencia, a las violaciones, a los feminicidos, demandando el derecho al aborto, a ser “sujetos, no objetos”; un vasto río, decíamos, avanzó varios kilómetros desde el Monumento a la Revolución al Zócalo de la ciudad de México— y el 9 de marzo —día en que las mujeres “desaparecieron” de la vida pública— fue sin duda planeado y poderoso. No obstante, las mujeres nos preguntamos si el contraste habría sido aún más fuerte si la atención el día 9 no hubiera estado sólo en que nadie participara en la vida de la sociedad y el Estado capitalistas, sino que se considerara el llamado de algunas mujeres a que este paro fuera para organizarse en pequeñas y grandes reuniones para dar comienzo y/o continuar colectivamente una discusión, no sólo sobre las acciones requeridas, sino sobre qué ideas y miradas nos permiten ir a la revolución. Escuchemos una selección de las voces que participaron en este debate:

[…] hablemos, conversemos […] entre nosotras […] en una asamblea, foro, grupo de amigas grande o pequeño, en una plaza, en la calle, en las redes, en la casa. Encontrémonos, conversemos, hagámonos fuertes juntas con el afán de fortalecer el cuerpo colectivo e individual de la lucha feminista en curso […] reflexionar y hacer […] ser creativas […] hay la oportunidad de profundizar la revolución feminista […] sólo podemos confiar en nuestra organización. Estamos en una revolución que no dará marcha atrás. Cambiemos todo, vamos por todo […] discutir una perspectiva feminista anticapitalista, libertaria […] enfoquemos esta lucha que no empezó ahora […] empezar el 9 y seguir después […] situar el papel del sexismo y el patriarcado […] pilares del sostén del sistema de dominación y explotación […] discriminación de género [que] margina, […] violenta [a] más de la mitad de la población [del mundo].

*

Es necesario un paro activo, generar células de debate e información […] entre nosotras apapacharnos […] lo que cada grupo necesite de acuerdo al momento que vivimos […] explorar […] ¿qué haríamos si no tuviéramos que servir a un jefe, al padre, al marido, al ideal de feminidad patriarcal? Todo un horizonte de libertades podría iniciarse ahí [en la conversa colectiva].

*

La fuerza y determinación de las jóvenes es súper alentadora […] somos un puñado de profesoras avivando círculos de reflexión y espacios de encuentro […] son cientos de estudiantes prendidísimas con toda su rabia en un Estado feminicida (Facultad de Antropología, Universidad Veracruzana).

*

[En el paro] dejamos de hacer cosas que sirven a la reproducción del capitalismo patriarcal. Desde mi acción y pensamiento actúo y cambio. […] lo que podemos hacer es organizarnos como mujeres, involucrar […] a nuestra familia, nuestra cuadra, nuestro barrio […][2]

Las mujeres se levantan en todo México

Muchas se están preguntando: ¿Cómo pueden este 8 y 9 de marzo cambiar nuestras vidas como mujeres en México? ¿Cómo podemos ser verdaderamente libres; sí, caminar en las calles, pero más: determinar libremente nuestras vidas en cada aspecto, nuestros cuerpos y nuestras mentes, nuestro trabajo y nuestro descanso, nuestras vidas como seres humanos plenos, libres?

Foto de Ángeles para Praxis en América Latina

Estas preguntas, deseos y exigencias no surgieron súbitamente el 8 y 9 de marzo. Más bien, han estado con nosotros por años, décadas, siglos. Pero aquí en México, la sociedad capitalista, patriarcal y racista se ha convertido en una bestia salvaje en el más reciente periodo. La violencia sexual se ha vuelto cada vez más “la norma”.

Las mujeres han resistido ferozmente combatiendo las acciones, ideas y lenguaje sexistas. Pero a menudo han sido ignoradas, reprimidas, violadas e incluso asesinadas por su resistencia. El sexismo, la violencia de género, se han expandido tanto que es imposible ignorarlos, que es imposible seguir viviendo bajo esas condiciones. El 8 y 9 de marzo han puesto en primer plano esta realidad horrenda y asesina de nuestra sociedad.

No obstante, la verdad más profunda es que han sido las decenas, los cientos de actos de resistencia de tantas, tantas mujeres—en escuelas, centros de trabajo, calles— las que hicieron posible la fuerza rebelde emancipadora del 8 y 9 de marzo. Esto ha sido particularmente cierto en la voz y presencia multitudinarias de las mujeres jóvenes:

* En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), mujeres de Filosofía y Letras han estado ocupando la Facultad desde noviembre en exigencia de un completo ajuste en la forma en que la universidad lidia con la violencia sexual, la discriminación de género, etc. Sus simpatizantes han cerrado otras facultades y numerosas prepas de la UNAM[3].

* Estudiantes del Colegio de Bachilleres de Oaxaca (COBAO) lograron la expulsión de un profesor a quien señalaron como acosador sexual[4].

* En el Estado de México, alumnas de la Prepa 1 “Adolfo López Mateos” denunciaron a 25 maestros por acoso y abuso sexual y por enviar fotografías de los estudiantes.

* Durante años, activistas en Ciudad Juárez han hablado y se han manifestado en contra de los asesinatos de mujeres jóvenes en su ciudad.

A estos reportes se les pueden agregar decenas más en los pasados meses. Una resistencia permanente está ebullendo. La cuestión no son sólo estas acciones de resistencia, sino también la discusión y desarrollo de ideas, no sólo de resistencia, sino para alcanzar un futuro emancipador. Semillas de una búsqueda permanente de emancipación están siendo sembradas por varios grupos de mujeres.

En este sentido, dos importantes documentos han surgido a partir de los sucesos del 8 y 9 de marzo, sobre los cuales deseamos llamar la atención: 1) El comunicado de las mujeres zapatistas No necesitamos permiso para luchar por la vida. Las mujeres zapatistas se unen al paro nacional del 9 de marzo, y 2) un texto presentado por la Asamblea Feminista Juntas y Organizadas.

1) “No necesitamos permiso para luchar”

Mujeres zapatistas (Foto: Radio Pozol)

Las mujeres zapatistas nos han brindado un poderoso ejemplo. No sólo han organizado dos grandes Encuentros de Mujeres que Luchan[5], sino que han estado desarrollando importantes ideas emancipadoras:

Hay que acabar con esas violencias, vengan de donde vengan. Por eso hicimos antes un llamado a manifestarnos, como mujeres que somos, el día 8 de marzo del 2020. Cada quien según su modo, su lugar y su tiempo. Y llamamos a que la demanda principal de esas manifestaciones sea detener la violencia contra las mujeres. Y ahí también decir claro que no olvidamos a las desaparecidas y asesinadas en todos los gobiernos […]

Los poderosos y sus capataces políticos están, por un lado, haciéndose los muy conscientes y sensibles y ni siquiera pueden quitarse su modo patriarcal porque hasta dicen que les dan “permiso” a las mujeres para que protesten porque las matan. Ahora sí que les dan permiso de que luchen por vivir. Son unos sinvergüenzas ellos […]

La lucha por la vida es esencial a toda la humanidad, y no necesita el permiso de nadie porque lo traemos en la sangre. Y si alguien piensa que la lucha por la vida de las mujeres es golpista o de derecha o gobiernista o izquierdista o antigubernamental o es de un color, pensamiento o religión, pues entonces es que defiende la muerte. Si se enteran de otra asesinada, primero preguntan de qué color es su piel, su partido, su religión: y según si es su contrario pues entonces mal hablan, pero no de los asesinos, sino de la mujer víctima. Nosotras no entendemos cómo es que el mundo llegó a eso.

Pero las zapatistas no se detienen allí. Organizarse para detener los asesinatos es sólo su comienzo:

 […] lo que va a pasar es que nos vamos a organizar precisamente para detener esa matazón. Y ya después, pues habrá quien diga que hasta ahí nomás. Pero habremos otras que nos seguiremos más allá, hasta terminar con la raíz del árbol de nuestro dolor: el sistema capitalista patriarcal, racista, explotador, represivo, robador y antihumano.

Porque, cuando al fin conquistemos el derecho a vivir, habrá quien diga que la esclavitud es buena y la abrace y la defienda como destino, mandato divino, mala suerte o hasta buena suerte.

Habrá quien diga que lo que sigue es tener buena paga. O sea que la explotación que tenemos hombres y mujeres tenga el mismo salario.

Habrá quién necesite la libertad como se necesita el aire y luche por conquistarla.

Habrá quien sea libre y luche por defender su libertad.

Habrá quien diga que se puede solas, como mujeres que somos.

Y habrá quien diga que hay que destruir a la bestia del sistema, y que para eso se necesita luchar con todas, con todos… y con todoas.

Y en lugar de muchas asesinadas, muchas desaparecidas, muchas secuestradas, muchas violentadas, tal vez habrá muchas ideas, muchos pensamientos, muchos modos de la lucha de como mujeres que somos.

Y tal vez entonces se entienda que la diferencia es buena, pero para que exista esa diferencia tiene que vivir.

Lo que importa es que esté viva y libre. Porque así, vivas y libres, pues entonces sí nos podemos criticar, mal hablar, pelear, o debatir, discutir, analizar y tal vez hacer un acuerdo: luchar contra la violencia que se hace contra las mujeres.

Porque con tanta matazón nomás vamos de un luto a otro, de un dolor a otro, de una indignación a otra. Tal vez es ése su plan del maldito sistema. Que sea que es estarnos matando y desapareciendo para que no tengamos tiempo ni modo para organizarnos y luchar contra el sistema patriarcal y capitalista […]

Las mujeres zapatistas no están pidiendo el permiso de nadie. Más bien, su “permiso” viene de su historia de resistencia y rebeldía: “Así como nosotras no le estamos pidiendo permiso a los mandos y autoridades, ni a padres, hijos, novios, maridos o amantes, sino que lo vamos a hacer porque no de balde nos alzamos en armas desde el primero de enero de 1994”.

2) “¿Cómo no tomar las calles?”

El documento de la Asamblea Feminista Juntas y Organizadas, escrito en el contexto del 8 de marzo, es una amplia discusión sobre la realidad de las mujeres en México. La Asamblea declara:

Un violador en tu camino, performance nacido en Chile y adoptado hoy (junto con el pañuelo verde en contra de la criminalización del aborto, surgido en Argentina) en todo el mundo. En la foto, Ciudad de México

El patriarcado nos envía el mensaje: ¡muertas antes que libres! […] ¿Cómo no tomar las calles, cómo no sentir esta rabia que dejamos en los vidrios, en los muros, en los monumentos? Si todo ello sucede en la total impunidad, con un gobierno que está más ocupado en insultarnos y justificarse que en implementar una política eficiente y eficaz que revierta la desigualdad causante de la violencia machista…Estamos dispuestas a quemarlo todo, a hacer volar este orden patriarcal por los cielos hasta que obtengamos justicia y una vida digna de ser vivida.

La Asamblea apunta a un cambio total:

¡Vamos Juntas y Organizadas porque necesitamos transformar el sistema feminicida, capitalista y patriarcal! […] nos tenemos sólo a nosotras, que estamos conscientes de que se nos ha declarado la guerra y que sólo luchando juntas y organizadas seremos capaces de detener su barbarie y su odio, que no nos han dejado otra alternativa que defendernos, que rebelarnos, porque nos queremos vivas, porque queremos justicia y estamos resueltas a tener la libertad que nos están negando y que es nuestra […] Nos tenemos sólo a nosotras, pero eso es tener mucho. Mirémonos, amigas, hermanas, compañeras, cuántas salimos a tomar las calles ¡hoy estamos marchando en todo el país!, en todo el mundo, sintamos esta, nuestra fuerza colectiva que está haciendo historia, nuestra historia.

Como sus hermanas revolucionarias, las mujeres zapatistas, la Asamblea también invoca a la historia. La suya es sobre las mujeres de la Revolución mexicana: “Al igual que nuestras ancestras las Adelitas […]”.

La Asamblea Feminista plantea igualmente otro tema crucial para ser discutido: el trabajo, el trabajo de las mujeres en nuestra sociedad de clases capitalista y patriarcal:

Porque el trabajo de las mujeres en la reproducción social sostiene al sistema capitalista. Con nuestras tareas de cuidado cotidianas, lavar, planchar, cocinar, hacer la compra, atender personas adultas mayores, enfermos e infantes, con nuestro trabajo de crianza y educación preparamos la mano de obra actual y futura que mueve a la economía y además produce el 23.5% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional. Sin embargo, esta actividad no es remunerada, se invisibiliza y no se reconoce el valor y el ahorro que implica para el Estado y las empresas, ya que es un trabajo gratuito que por dogma estamos obligadas a hacer […] Damos la batalla y nos llamamos a seguir luchando contra la precarización y en defensa de nuestros derechos laborales, por la valoración y corresponsabilidad estatal y social de las tareas del cuidado para combatir la doble y triple jornada de trabajo, luchamos por la feminización, democratización, autonomía e independencia política de los sindicatos, por la instauración de protocolos contra la violencia laboral; contra el outsourcing, los contratos simulados y la continuidad de los despidos.

A este importante tema nos gustaría añadirle la necesidad de discutir la pregunta “¿Qué tipo de trabajo deberían hacer los seres humanos? ¿No tenemos acaso que arrancar de raíz la forma capitalista de trabajo productor de valor, generar una forma no alienada de trabajo en la que el desarrollo de las fuerzas humanas sean su propio fin? ¿Podemos sugerir que un retorno a Marx podría ayudarnos aquí?

Las compañeras de la Asamblea Feminista plantean otros temas relevantes que vale la pena discutir; entre ellos, la situación de las mujeres en universidades y escuelas, la importancia de las mujeres como activistas en oposición a los varios megaproyectos y la resistencia ambiental a la destrucción capitalista.

Memoria/historia y también filosofía emancipadora

Las mujeres zapatistas, con sus acciones y poderosas ideas, muestran formas para hacer la emancipación real y concreta en este momento. Lo hacen al recurrir a su historia de rebelión, incluso antes de 1994, cuando consensaron entre ellas la Ley Revolucionaria de Mujeres y participaron en el levantamiento del 1 de enero de ese año. Es la rememoración de ese histórico movimiento por la libertad lo que las guía. Para muchas de ellas, es una memoria muy viva.

La Asamblea Feminista Juntas y Organizadas también escribe sobre la historia cuando vuelve a la memoria de las Adelitas, las mujeres en la Revolución mexicana. Asimismo, recuerdan que el Día Internacional de la Mujer surgió después de que el incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist matara a decenas de mujeres a inicios del siglo XX. Tal vez debemos no olvidar que fueron las mujeres celebrando el Día Internacional de la Mujer en Rusia en 1917 las que comenzaron la revolución que derrocó al zar.

Lo que las mujeres zapatistas hacen vivo y real hoy —su lucha particular iniciada en 1994— es lo que la humanidad hace una y otra vez al rememorar y hacer vivo y real para sí las luchas universales por la libertad que han tenido lugar desde abajo por siglos y siglos. Son estas luchas históricas de liberación las que constituyen la historia real, auténtica de la humanidad, en oposición a cualquier visión de la historia de los así llamados “grandes hombres”.

Nuestras memorias de luchas de liberación, nuestras historias sobre momentos emancipadores de la humanidad, vuelven a vivir y le dan sentido revolucionario a la resistencia y la rebeldía hoy. Necesitamos estas memorias e historias como parte de nuestros movimientos de liberación.

Pero las memorias e historias no son suficientes por sí mismas. Necesitamos algo que nos ayude a decidir qué hacer a continuación, tanto en el pensamiento como en la práctica. La forma más crítica de recordar nuestra historia y que le da dirección y propósito a nuestra actividad en el presente momento de lucha por la libertad, es la filosofía, la filosofía emancipadora. No la filosofía atrapada en torres académicas, sino la filosofía dialéctica, una visión filosófica de la libertad recreada por las masas, por los activistas sociales, por los revolucionarios.

Raya Dunayevskaya (1910-1987)

La filósofa humanista-marxista Raya Dunayevskaya, escribiendo durante el inicio de la importante Revuelta de Watts de afroestadounidenses en Los Ángeles en 1965, argumentaba que la rebelión

era un paso hacia la teoría […] El punto en cuestión no es tanto qué sigue en la actividad, sino qué sigue en el pensamiento. Sin ser capaces de hacer lo que los filósofos llaman una categoría a partir de su experiencia, es decir, sin ser capaces de concluir que no es sólo experiencia, sino un estado de conocimiento en ideas, la experiencia en sí misma no se volverá parte de una revolución en surgimiento, ya sea en los hechos o en el pensamiento.

Aquí estamos hablando no sólo de un “análisis de la realidad”, tan importante y necesario como es esto. Más bien, nos referimos a la totalidad de una visión filosófica emancipadora, la dialéctica, en cuanto metodología que puede ayudarnos a desarrollar una dirección revolucionaria plena para nuestra acción.

Esto es lo que nos parece que necesitamos elaborar a partir de las importantes experiencias del 8 y 9 de marzo. “¿Hacia dónde vamos ahora?” es tanto una cuestión de conocimiento como de acción. De hecho, la acción sin pensamiento emancipador no generará el salto revolucionario que requerimos hoy.

Otra forma de pensar esto… El joven Karl Marx, al romper con la sociedad burguesa (capitalista), escribió que sí, la emancipación política era necesaria, pero que tenía sus límites. Lo que se necesitaba era la emancipación humana. Para que esto ocurriera lo que se tenía que adoptar era la revolución en permanencia.

Aquí en México estamos en resistencia permanente, incluso en ocasiones apuntando a la rebelión. Lo que necesitamos ahora es nuestra revolución permanente: una revolución surgida en la unidad de ideas y acciones que pueda arrancar de raíz esta sociedad y partir de nuevo sobre comienzos humanos. Las mujeres están empezando a encender esta posibilidad.


De Praxis en América Latina núm 31, junio-agosto 2020


[1] Véanse los importantes reportes sobre el 8 de marzo en Desinformémonos y en La Jornada del 9 de marzo de 2020. Para América Latina en su conjunto, véase “¿Por qué paramos en América Latina”, Pie de página.

[2] La discusión completa puede leerse en Escucharnos decir nuestras urgencias.

[3] Véanse “Hasta que la dignidad se haga costumbre” y “Estamos cansadas de profesores y trabajadores acosadores” en Praxis en América Latina núm. 29, dic. 2019-enero 2020, pp. 5 y 7.

[4] “Alumnas toman cobaos…” La Minuta.

[5] Para el primer encuentro, véase Praxis en América Latina núm. 19, abril-mayo 2018; para el segundo, véase Crónica de dos asistentes…

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