Praxis en América Latina

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La verdadera pandemia que enfrenta el mundo es el capitalismo; el COVID-19 es su manifestación mortal. ¿Podemos construir un futuro emancipador?

David Walker

La pandemia es real y necesita ser combatida con toda la información que la ciencia pueda darnos; con toda nuestra habilidad y creatividad, de forma tan segura como sea posible, y con toda nuestra humanidad, es decir, con nuestro amor por TODA la humanidad. Al mismo tiempo, debemos cuestionar críticamente este sistema basado en clases, racista y sexista en el que vivimos. El capitalismo —industrializado, automatizado, computarizado, robotizado— nos ha traído a un momento dual que hoy amenaza gravemente a la humanidad: 1) una economía mundial que se colapsa debido al impacto de este virus mortal que puede matar a millones de nosotros; 2) la aparición de un caos climático que, si no es detenido, puede convertir a vastas áreas de nuestro planeta en no aptas para la ocupación humana.

Ni el coronavirus ni el cambio climático en marcha son meramente “actos de la naturaleza”. Más bien, ambos han surgido en este momento porque la humanidad a nivel global está fundada—atrapada— en el sistema económico-social-político del capital/capitalismo. Éste es el monstruo que debemos examinar, el monstruo del que debemos liberarnos.

1. El capital/capitalismo
como pandemia

Esta amenaza doble a nuestra existencia tenía que surgir en un sistema que no reconoce límites. El capitalismo está erigido sobre la mercantilización (valor de cambio) de todo; esto es generado por una forma de trabajo en que nuestra actividad concreta como seres humanos es pervertida por el capital y nos es robada en la forma de trabajo abstracto que va a los bolsillos del capitalista y del Estado capitalista. Es un sistema en que el capital muerto (máquinas, el sistema fabril, la automatización) domina el trabajo vivo (nosotros como gente trabajadora); en que la producción por la producción misma es su único objetivo, y que busca dominar completamente el mundo. Hoy, tal como lo estamos viviendo en carne propia, estas profundas contradicciones están generando estas gravísimas consecuencias. Son nuestras propias vidas las que están en la balanza.

Si bien el capitalismo busca la dominación total, es de hecho un sistema muy débil y frágil para organizar a la sociedad. Una y otra vez ha estado al borde del colapso con depresiones totales y profundas recesiones. Ha dado origen a guerras que han matado a millones de personas y amenazado la existencia misma de la humanidad. Cuando una sociedad está basada en la extracción de plusvalor (el cual genera ganancias capitalistas); en el valor de cambio en vez de en el valor de uso, y entonces golpea una crisis extrema, como en este momento la del mortal COVID-19, demasiado tiempo y energía del capitalismo se centran en cómo preservar el valor de cambio, en cómo minimizar la pérdida económica, en cómo otorgar préstamos, subvenciones, en cómo mantener a flote esta economía productora de valor de cambio, de plusvalor. Tal capitalismo salvaje pone mucho menos atención en qué les sucede a las vidas y el bienestar de los seres humanos durante una crisis así.

Esto no quiere decir que cientos de miles, millones de seres humanos no estén trabajando heroicamente para salvar vidas humanas, y esto lo están haciendo al interior del presente sistema. Pero los ideólogos y administradores del capitalismo han construido barreras por décadas —de hecho, siglos— para la creatividad humana libremente expresada cuando “interfiere” con el objetivo del capital de acumulación y más acumulación. ¿Podemos construir sistemas económico-político-sociales basados en la libertad humana y no en el así llamado libre mercado, o en el control estatal?

2. Lo que el COVID-19 pone de manifiesto sobre la pandemia mortal del capitalismo

La pandemia del capitalismo—la cual Marx ha descrito y profundamente analizado en El capital— ha alcanzado proporciones monstruosas en nuestros días. Ha infectado cada continente del mundo, obligando en todos lados a la fuerza de trabajo humano —su mercancía más fundamental— a ser obreros en las fábricas, a trabajar en los campos, bosques y minas, proveyendo una vasta cantidad de materia prima y comestibles, y ahora controla a la gente en la economía informal. Y, por supuesto, nos obliga a ser mercados para los bienes de consumo.

Por décadas y décadas, los dueños, administradores e ideólogos de este sistema económico-social han trabajado horas extra para “normalizar” este sistema, buscando obscurecer sus graves contradicciones. Pero en este momento el COVID-19 nos está revelando a todos cuán frágil y quebradizo —y, sí, mortal— es este sistema del capitalismo, ya sea en su forma privada o estatal. Sí, el COVID-19 es una amenaza mortal que no debe ser subestimada, como muchos de “nuestros” líderes lo han hecho. Pero no nos engañemos. Tan mortal como es este virus, es mucho más mortal porque se está manifestando dentro de la enfermedad de la sociedad capitalista: la pandemia del COVID-19 dentro de la pandemia del capitalismo. Podemos ver esto al examinar brevemente cómo el virus se está manifestando dentro de la sociedad capitalista en todo el mundo:

Trabajadores en Italia

* Italia. En una tragedia terrible, miles de personas ya han muerto debido al virus. ¿Qué les está pasando a las alrededor de 8 mil personas que viven en las calles de Roma, las cuales se suponen que deben estar vacías? ¿Dónde pueden buscar refugio y seguridad si no tienen un hogar? ¿Cómo obtienen comida sin dinero? ¿O cómo se lavan las manos si no tienen un lavabo disponible? En el capitalismo, esta falta de refugio, la limitada disponibilidad de comida, la falta de instalaciones sanitarias eran ya su vida cotidiana, aceptada como “normal”. La indigencia como “forma de vida” es endémica a buena parte de nuestras sociedades. Sólo ahora con el COVID-19, cuando es una cuestión de vida o muerte, está siendo notada.

* India. Ante el COVID-19, el primer ministro Narendra Modi ordenó súbitamente un cierre nacional que debía comenzar sólo cuatro horas después del anuncio. No se hizo ninguna provisión para los cientos de miles de trabajadores migrantes que laboraban en ciudades como Delhi y, de pronto, ya no tenían empleos, estaban sin hogar (ya que dormían habitualmente en el trabajo), no tenían ingresos ni forma de recorrer las, a menudo, centenas de millas de regreso a sus ciudades de origen, ya que se ordenó que todos los medios de transporte, el tren y el autobús fueran clausurados.

“Viviendo en las calles, uno teme la enfermedad. Pero yo le temo más al hambre, no al virus”, comentó un trabajador en Delhi, a más de 100 millas de su hogar en el estado de Uttar Pradesh. Caminar toda esa distancia era el único medio de transporte disponible. Así es el capitalismo del Tercer Mundo, donde centenas de miles de trabajadores necesitan dejar sus ciudades y estados de origen para viajar largas distancias a grandes ciudades en busca de un empleo precario que carece de toda prestación, tal como el seguro médico. Aceptada como la “forma normal de vida”, es sólo con la devastación del COVID-19 que hay alguna conciencia sobre la inestabilidad de la vida de estos trabajadores, no sólo debido al virus, sino por la realidad del capitalismo “de todos los días” en India y en tantas otras partes del mundo.

* Honduras. Confrontado por el virus, el gobierno paró el trabajo público y privado, enviando a gente a casa e incluso imponiendo un toque de queda. Pero inmediatamente se llevaron a cabo protestas. “No tenemos agua, no tenemos un trabajo, nuestros hijos tienen hambre. Tan siquiera una bolsita solidaria nos deberían venir a dejar”, fue la respuesta de una mujer que participó en una protesta en la capital, Tegucigalpa. Ella y otros se enfrentan a una situación imposible. Antes del ataque del virus, 60% de la población vivía en la pobreza, con 40% en pobreza extrema. Algo así como 70% de los trabajadores están en el sector informal. ¿Qué pasa con “los que viven y comen de lo que hacen a diario” cuando no hay “diario”?

COVID-19

* Sudáfrica tiene el mayor número de infecciones de COVID-19 en África. Después de una larga y difícil, pero magnífica lucha de liberación contra el apartheid, las masas de Sudáfrica estaban listas para un nuevo comienzo emancipador. No obstante, traicionadas en una lucha por el socialismo genuino, fueron confinadas a un marco capitalista. Sudáfrica se ha convertido en una de las sociedades más desiguales del mundo, con millones de personas que viven en municipios sin agua limpia o servicio de salud pública. Los pobladores que viven en asentamientos informales y áreas rurales hacen filas para obtener agua, y muchos comparten un solo baño. ¿Cómo se las van a arreglar todos en un encierro contra el virus?

* Refugiados. El mundo ha visto un aumento dramático en el número de refugiados generado por numerosas guerras, gobiernos autoritarios que practican el racismo y el fanatismo religioso, falta de trabajo, pobreza extrema, violencia fuera de control de pandillas del narco y, ahora, cambio climático. Obligados a huir, habitantes del Medio Oriente y africanos se ahogan tratando de cruzar el Mar Mediterráneo; mujeres refugiadas centroamericanas son frecuentemente violadas cruzando México. Aquellos refugiados que sobreviven sus peligrosos viajes son a menudo llevados a la fuerza a campos llenos de gente que carecen de lugares decentes para vivir y que tienen poca salubridad, escasez de comida y agua. Ésta se ha vuelto la nueva “norma” del capitalismo. Ahora que el COVID-19 está listo para entrar de lleno en estos campos, ¿veremos enfermedad y muerte sin par?

En Bangladesh, ¿qué pasará con los cientos de miles de musulmanes rohingya que huyeron para escapar de la persecución en Myanmar? En Kenia, ¿cuál será el destino de las cerca de 200 mil personas en un campo de refugiados con sólo ocho doctores? En Siria, ¿qué pasará con aquellos que están atrapados cerca de la frontera turca después de ocho años de guerra constante a manos del gobierno sirio, y con aviones de guerra rusos destruyendo intencionalmente clínicas y hospitales, matando a cientos de trabajadores de la salud? En Grecia, ¿las 20 mil personas que han sido llevadas al campo de refugiados de Moria en la isla de Lesbos serán ahora devastadas por el COVID-19?

* La economía informal. Hace mucho, Marx escribió sobre el creciente ejército de desempleados, ya que el capitalismo se enfrentaría a periodos en que no sería capaz de darles empleo a segmentos significativos de la clase trabajadora. Hoy, ésta es una característica permanente de buena parte del capitalismo, con millones y millones de trabajadores forzados a laborar en la economía informal para sobrevivir. Vender mercancía en las calles, ponerse en alquiler a sí mismos por empleos ocasionales con pagos debajo de la mesa, sin seguro médico, sin prestaciones y con largas jornadas sólo para sobrevivir, se ha vuelto una forma de vida. Con la pandemia, ese sustento proveído por la economía informal ha desaparecido para millones y millones de personas en muchas ciudades alrededor del mundo. ¿Cómo podemos seguir existiendo en un sistema económico-social que nos ve a millones de nosotros como totalmente desechables?, ¿que genera poca o nada de producción para tantos?

3. ¿Hacia dónde podemos ir desde aquí? Construyendo un futuro emancipador

Debe por supuesto haber una batalla contra la pandemia del COVID-19. Una batalla que debe ser informada e incluso guiada por científicos expertos, y no por políticos cuyas visiones son sospechosas. Ya basta de los Trumps, Bolsonaros, Modis y gente de su calaña, cuya primera preocupación es por la economía capitalista, mientras que la vida humana es condenada. Pero tal como un comentador observó: “La batalla contra la pandemia del COVID-19, causada por un coronavirus previamente desconocido, es inevitablemente una batalla sobre cómo la sociedad cambiará en respuesta y adaptación a la pandemia[1]”. Ésta es una batalla en la que todos nosotros, las masas del mundo, los “condenados de la Tierra”, aquellos que están abajo y a la izquierda debemos tomar parte.

Esta batalla ya está siendo librada. Ha habido numerosas huelgas, paros y protestas en todo el mundo, no en oposición a combatir la pandemia, sino en oposición a la mentalidad capitalista de “la economía primero” de tantos políticos y falsos líderes. Éste es un importante y necesario primer comienzo. Al mismo tiempo, lo que esta crisis muestra es la necesidad absoluta de que cuestionemos críticamente la totalidad de este sistema que llamamos capitalismo. ¿Representa éste un peligro claro y presente, una amenaza mortal a toda la humanidad?

Yo diría, junto con Marx, que sí. Su Capital es la exposición más completa de las contradicciones del capitalismo, su peligro para la humanidad. A la vez, Marx fue más allá de una profunda crítica al sistema del capital. Él estaba buscando a las fuerzas humanas vivas que podrían y arrancarían de raíz al capitalismo.Las encontró en lo que él vio como el afán de los seres humanos por la libertad total, no como un fin estático, sino como revolución, como un movimiento absoluto del devenir, de negar lo viejo y crear un futuro emancipador lleno de libertad. Este afán humano por la libertad es lo que Marx desarrolló como una visión filosófica mundial que no se detendría con el reformismo o con medidas incompletas, sino que continuaría en permanencia. Era un concepto de la revolución en permanencia. Es Marx como filósofo de la revolución permanente. ¿No podemos entonces recurrir a las ideas de Marx mientras llevamos a cabo nuestra propia necesaria revolución en permanencia, de modo que la humanidad pueda no sólo sobrevivir, sino crecer y desarrollarse libre de la pandemia mortal de esta sociedad de clases, con su racismo y sexismo?


[1] Franklin Dmitryev, “Pandemic as battlefield”. News & Letters, 30 de marzo de 2020.

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2 thoughts on “La verdadera pandemia que enfrenta el mundo es el capitalismo; el COVID-19 es su manifestación mortal. ¿Podemos construir un futuro emancipador?

  1. Hoy 7 de abril de 2020, Día Mundial de la Salud, y los sistemas de salud colapsados no por el Covid-19, sino por el sistema capitalista. Hoy la humanidad se encuentra amenazada por la pandemia viral y por la crisis climática, o sea, alta vulnerabilidad de la humanidad. ¿Será que sólo el conocimiento científico de grupos interdisciplinarios e internacionales puede ser eficaz en tiempos de crisis? Los tiempos de la epidemia en México están prolongándose. ¿Es suficiente con el confinamiento de personas? Hay suficientes personas para adquirir el virus: las que lo retan al virus y las que no pueden confinarse.

    La pandemia del coronavirus continúa en pleno desarrollo catastrófico, por el número de infectados y por el impacto que tendrá en el corto y largo plazo sobre la vida diaria de millones y millones. La pandemia es resultado de un sistema económico donde las mayorías están al servicio y explotación de unos pocos.

    La pandemia actual no tendría el impacto que tiene si no fuera por tres largas décadas del neoliberalismo, que ha causado daños ambientales, sanitarios y sociales probablemente irreparables. Se agregan los fuertes recortes del sistema de salud y otro factor es la epidemia de individualismo y de desigualdad, cultivadas por los grandes medios que se dedican a meter miedo, informando de forma sesgada. El suspender las relaciones humanas parece ser objetivo del capitalismo para no perder el control de la actual transición sistémica.

    Los efectos de esta enfermedad viral reflejan los profundos quebrantos de los servicios de salud pública, privados y desatendidos por los gobiernos neoliberales, así como las negligencias y contubernios criminales de estos gobiernos que impiden adoptar políticas de salud responsables y efectivas frente a la pandemia, debido a que no desean afectar los intereses económicos de los grupos dominantes y su propia imagen política.

    Son comprensibles y urgentes los llamados constantes de las zapatistas y los zapatistas a organizarse ante una tormenta, o sea, ante la posibilidad real y fundada científicamente de una catástrofe a escala mundial en un futuro cada vez más cercano. El EZLN, en su comunicado del pasado 26 de marzo, denuncia críticamente “la frívola irresponsabilidad y la falta de seriedad de los malos gobiernos y de la clase política en su totalidad, que hacen uso de un problema humanitario para atacarse mutuamente, en lugar de tomar las medidas necesarias para enfrentar ese peligro que amenaza la vida sin distinción de nacionalidad, sexo, raza, lengua, creencia religiosa, militancia política, condición social e historia”.

    Asimismo, llama a “no dejar caer la lucha contra la violencia feminicida, a continuar la lucha en defensa del territorio y la Madre Tierra, a mantener las luchas por los desaparecid@s, asesinad@s y encarcelad@s y a levantar bien alto la bandera de la lucha por la humanidad”.

    Entonces, ¿podemos hallar un futuro emancipador? Organizarnos es lo primero, con discreción, porque es cuestión de sobrevivencia. Luego trabajar en colectivo, decidir en asamblea, para garantizar la autonomía de alimentos, agua y salud. Esto lo hacen a diario los pueblos originarios en movimiento. La clave puede estar en los zapatistas, los mapuches, los kichas, quechuas, nasas o aymaras: en la construcción solidaria y comunitaria de los que demostrado que saben durar.

  2. AGRADEZCO SINCERAMENTE A QUIENES SE HAN ESFORZADO POR ORGANIZAR ESTE CIRCULO DE ESTUDIOS. SERÁ POR CORREO? OJALÁ PARA QUE LAS PERSONAS QUE ESTAMOS INTERESADAS EN PARTICIPAR Y NO SABEMOS MUCHO DE TECNOLOGÍA PODAMOS FACILMENTE ACCEDER. NUEVAMENTE, MUCHAS GRACIAS.

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