“Nos llaman las locas de las palas”
Ángeles
Desde el nombre, este reportaje dibuja lo crudo de la realidad que para muchas familias mexicanas, mujeres principalmente, se ha vuelto la vida, dedicadas a la búsqueda de sus seres queridos o de los restos de éstos, algo que les ayude a terminar de vivir su duelo y continuar con lo que les queda de vida.
El Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh), en su misión por defender y promover la vigencia y el respeto a los derechos humanos en el país, y el Fondo Canadá, presentaron el pasado 10 de mayo este reportaje donde participan 9 mujeres con sus testimonios y quedan expuestas las consecuencias económicas, físicas y psicológicas que sufren.
9 desapariciones, 9 historias de lucha. La historia de cada una de las mujeres, cómo era su vida antes, los proyectos y sueños que tenían, a los que 8 de 9 han renunciado para ser buscadoras. Pero, ¿por qué son ellas quienes buscan? La explicación, para ellas, es clara: son las cuidadoras. Primero en la familia; después, orilladas por la situación, siguen desempeñando ese rol en el espacio público y frente al aparato de justicia. Nuevamente, razones de roles de género y las divisiones tradicionales del trabajo se hacen evidentes. Y, sin embargo, las mujeres no ven este papel como limitante. Lo desempeñan como un acto de amor, una oportunidad para desplegar su potencial, negado en otras áreas.
En su búsqueda, han aprendido que la diferencia en la atención recibida por las autoridades la marcó el hecho de estar integradas en la organización. Ante todos los obstáculos con los que se han enfrentado, estar organizadas y crear estas redes ha hecho la diferencia, tanto para hacerse escuchar, como a nivel personal para continuar en la lucha. No saberse solas les da fortaleza.
“Vas perdiendo todo”. Estas mujeres se olvidan de todo, de sí mismas, y las celebraciones se convierten en algo doloroso, la repetición de éstas y el recuerdo de la ausencia. Y esto, por si fuera poco, además genera críticas de la propia familia, quienes opinan que no se hace nada concreto, que nada más les gusta “estar en el argüende”. Incluso muchas de ellas se ven obligadas a huir por las amenazas recibidas por estar en la búsqueda.
Pero no solo las mujeres sufren; también los hijos, quienes viven un “doble abandono”, el de la persona desaparecida y de la persona que está buscando, mientras ellos se quedan en casa, frustrados, “olvidados por la sociedad y el gobierno”, lamenta María Herrera Magdaleno. Algunos de los hijos de desaparecidos participan en la búsqueda, lo que la convierte en algo todavía más urgente. “Me da mucha tristeza porque él tiene 10 años y me dice: ‘Sigue buscando a mi papá porque, si no lo encuentras, yo voy a seguir buscando y quiero hacer lo que tú andas haciendo…”, comparte María Elena Medina.
“Hay tres caminos que seguir: sentarte a llorar, hincarte a rezar o salir a buscar; yo opté por el tercero”. Habla Evangelina Contreras, quien no ha dejado de buscar a su hija Tania. En sus palabras se puede conocer no sólo su historia, sino la historia de muchas mujeres que, a partir de un hecho personal, se han desarrollado y organizado para actuar en colectivo. Juntas se fortalecen y animan, comparten el conocimiento que han adquirido y toman acciones en conjunto para continuar la búsqueda.
“Nos dicen las locas de las palas”, dice Rosa Neris. En México, la búsqueda organizada de personas desaparecidas tiene más de cuatro décadas, con comités de familiares de los presos políticos; sin embargo, este fenómeno empezó a hacerse masivo en 2006, con el inicio de la guerra contra el narcotráfico1, y ya no sólo tenía relación con grupos de oposición, lo que llevó a las madres a vincularse para trabajar con organizaciones que antes ya actuaban en esta lucha.
Estas mujeres no sólo buscan a sus hijos, esposos o padres. Buscan a todos los desaparecidos. La Comisión Nacional de Búsqueda de Personas de la Secretaría de Gobernación actualizó en enero de 2020 la cifra de desaparecidos en México. Reportó que, hasta el 31 de diciembre de 2019, había 61 mil 637 personas no localizadas en el país, 97 por ciento de las cuales son de 2006 a la fecha y, el resto, entre ese año y 1964. Se presentó además un registro histórico de fosas clandestinas. La mayor parte de estas cifras coincide en que las acciones del gobierno han sido insuficientes y poco efectivas, dejando como resultado miles de familias llenas de dolor, incertidumbre y rabia.
Este reportaje recoge una pequeña muestra de esta situación que necesita ser visibilizada y transformada, en la que muchas familias nos vemos “tocadas” por familiares y/o personas muy cercanas que, un día, de repente, ya no estaban y de las que no sabemos más. En México, los desaparecidos son de todos.
1 “Gobernación: 61 mil 637, cifra total de desaparecidos”, La Jornada en línea, 7 de enero de 2020. https://www.jornada.com.mx/ultimas/politica/2020/01/07/gobernacion-61-mil-637-cifra-total-de-desaparecidos-3869.html