Praxis en América Latina

Somos una organización humanista marxista conformada por un grupo de activistas-pensador@s que viven principalmente en México, pero que están abiert@s a la colaboración con compañer@s de toda América Latina

El Covid-19 y la decadencia de los sistemas de salud

Santiago (médico)

[…] el responsable de nuestro dolor, de las injusticias, desprecios, despojos y golpes con los que vivimos, es un sistema económico, político, social e ideológico, el sistema capitalista. El siguiente paso del neozapatismo tenía que señalar claramente al responsable […] Es decir, debe ser la iniciativa antisistémica”.

—Subcomandante Insurgente Marcos. Los zapatistas y la Otra: Los peatones de la historia, 2006

Ante la pandemia por el coronavirus (Covid-19), el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) decretó, el pasado 16 de marzo, la alerta roja y cierre total de los caracoles y todas sus instancias organizativas de forma inmediata, atender medidas de higiene extraordinarias y llamó a no detener la lucha en defensa de los territorios, contra el feminicidio y las desapariciones forzadas.

La pandemia y su potencial destructivo evidencia la precariedad del sistema de salud: la falta de accesos a instalaciones de salud adecuadas, falta de médicos especializados, falta de medicinas e insumos. El Covid-19 ha abonado al diagnóstico de México como un país históricamente enfermo, desde las pandemias, así como las enfermedades estructurales de la pobreza, la desigualdad y la violencia. Ahora se tiene no sólo en México, sino en España, Italia y en especial en Estados Unidos, un aparato de salud desarticulado, ineficiente y caro. Las denuncias de faltantes de médicos, equipo, capacidad organizativa y previsora y demás ingredientes indispensables no se deben sino a la política depredadora y concentradora llevada como estrategia de Estado. La administración de Trump se encuentra desorganizada e inepta para conseguir equipos de salvamento como ventiladores, mascarillas para su propia población y profesionales de la salud que están al frente de esta lucha.

La situación no es accidental, ni responde sólo a la acción de un virus: revela la precarización, en el ámbito público, de los servicios médicos y las condiciones laborales de los trabajadores de la salud en nuestro país, algo que se ha venido gritando desde sexenios anteriores. La situación es inédita. Vivimos tiempos de incertidumbre, temor y desconfianza. La crisis actual ante el Covid-19 revela un sistema de salud desmantelado por años de privatización progresiva y sistemática (de especulación, de robo); un sistema de salud precarizado; un modelo de salud comercialmente patogénico, excluyente, parcial e ineficiente, contradictorio en la aplicación de medidas de control ante la pandemia (confinamiento de la población, gran parte de ella en la precariedad laboral), y donde quienes tienen que salir de su casa cada día para ganarse la vida se encuentran en una situación de riesgo, en un país con más de la mitad en la pobreza (más de 62 millones de seres humanos), y más de la mitad viven en hacinamiento.

Esta crisis epidemiológica viene enlazada con una crisis económica, más bien financiera, de especulación. El modelo económico permanece sin cambios en sus estructuras productoras de desigualdad y exclusión, con daños a la salud humana, inseguridad, feminicidios, precarización laboral, discriminación, mercantilización de la salud y de la vida, la producción de vidas desechables y otras cuestiones que son problemas de salud pública. Como preguntan los zapatistas: “¿La crisis terminal del capitalismo? Ni de lejos. El sistema ha demostrado que es capaz de superar sus contradicciones e, incluso, funcionar con ellas y en ellas” (300. Primera parte, agosto de 2018). La verdadera pandemia es el capitalismo, no el coronavirus, o sea la conjunción patológica del capitalismo, la colonialidad y el patriarcado.

Las pandemias resultan ser entonces fenómenos que no sólo se limitan a la enfermedad, sino que van más allá. No se trata únicamente de infectados, muertes, tratamientos, cuarentenas o vacunas: son también sistemas de salud colapsados y la evidencia palpable de la desigualdad. Ciertamente, los virus contagian de forma indiscriminada, sin importar género, origen, edad o clase social, pero en la era de la mentira viral, la desinformación, polarización y fragilidad de las razones argumentadas conducen frecuentemente a escenarios de franca discriminación, ya sea a escala global o local, dentro de los países. En México, la discriminación no se centra sólo en el racismo, sino que se manifiesta también con tintes clasistas. Pero la discriminación por clase, como es costumbre en nuestra nación, se expresa mayormente contra los más desprotegidos.

La violencia sigue al alza y cobrará, lamentable e indudablemente, más víctimas que las que dejará el coronavirus. Probablemente la pobreza multiplica la vulnerabilidad ante la violencia y la crisis sanitaria en nuestro país. La pobreza es la enfermedad más cara del mundo. La mayoría de las enfermedades infecto-contagiosas, la desnutrición, el hacinamiento, la falta de vivienda digna, la falta de agua, el desempleo, la obesidad, la diabetes, la hipertensión arterial, están relacionadas con la pobreza, condicionada por el sistema capitalista. Todo esto en conjunto es la realidad. Sí, muchos hospitales carecen de insumos. Sí, la pandemia es grave. La pandemia demanda prudencia, no miedo. La comunidad médica y de enfermeras no representa un riesgo para sus familias y menos para la población en general. Digo esto contra las estúpidas agresiones contra médicos y enfermeras a causa del pánico, la ignorancia y fobias que no deben tolerarse.

Más allá de sus ingresos, ¿cuál es la realidad de vida de los que hoy llamamos la primera línea de defensa en esta guerra contra el Covid-19? ¿Cuáles son las condiciones de la vida cotidiana de los trabajadores de la salud y sus familias? ¿Son suficientes las becas educativas para aquellos que deciden dedicarse a salvar vidas? Hay que revalorar el tema de la salud desde un enfoque humano, en el que no sólo debemos reconstruir un sistema de salud igualitario para todos, sino también revalorar a las mujeres y hombres de este sistema de salud, a quienes en la cotidianidad damos por hecho que están ahí, pero en nuestra acelerada vida no nos cuestionamos su realidad. Y no me refiero sólo a las médicas, médicos, enfermeras y enfermeros, sino a todos los seres humanos del sistema de salud pública y privado, que en su hospital o clínica combaten de una u otra manera la enfermedad de millones de personas, en donde todos son indispensables.

A manera de conclusión: Antes que cualquier cosa están la vida, el agua y la salud. El coronavirus busca la proliferación, no las ganancias. El coronavirus ha puesto de manifiesto la división de clases. La verdadera catástrofe en curso no es la insuficiencia de nuestro sistema de salud, sino la profunda y deliberada injusticia del sistema capitalista. La verdadera pandemia es el capitalismo, no el coronavirus. Entonces, ¿qué nos corresponde hacer y que nadie va a hacer por nosotras, nosotros, nosotroas? Organizarnos y luchar. Aportar nuestro pensamiento crítico y nuestra acción consecuente. Atender a los llamados constantes de los zapatistas a organizarse ante la tormenta, o sea, ante la posibilidad real y fundada científicamente de una catástrofe a escala mundial en un futuro cada vez más cercano. Organizarnos primero, luego trabajar en colectivo, decidir en asamblea, para garantizar la autonomía de alimentos, agua y salud. Esto lo hacen todos los días los pueblos originarios en movimiento: los zapatistas, los mapuches, los kichas, quechuas, nasas, aymaras, etc. En su construcción solidaria y comunitaria, han demostrado que saben durar.

“Así, que pueblo de magisterio organizarse y luchen hasta el final; pueblo de servidores de la salud humana de México, organícence porque ya tienen la tormenta sobre ustedes. Y así, a cada sector de trabajadores nos va a pasar a llevar la tormenta”.

—Palabras de la Comandancia General del EZLN en voz del subcomandante Insurgente Moisés, en la apertura de la participación zapatista en el CompARTE, en el caracol de Oventik, la mañana del 29 de julio de 2016

“Nosotras, nosotros, nosotroas, zapatistas, siempre nos preparamos para lo peor. Si ocurre, estábamos preparados; si no ocurre, pues igual estábamos preparados”

300. Segunda parte, agosto de 2018

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